Por Eric Johnson
Un estereotipo falso que caracteriza el Cristianismo Evangélico es que las buenas obras no son importantes. Por lo tanto, los de afuera del Cristianismo opinan que lo único que debe hacer una persona es pasar por la iglesia, recitar una oración corta, y zas, la salvación está asegurada y la persona ahora puede vivir como el diablo. Después de todo, si la salvación es gratuita, ¿por qué serían necesarias las buenas obras? Por favor, deseche esta idea errónea. Yo jamás he escuchado este mensaje predicado en cualquier iglesia que haya visitado. Es verdad que la salvación viene por la gracia, por medio de la fe y no por las obras. (Vea Ef. 2:8-9.) Esto se refiere a la justificación, que es ser presentado ante Dios como si uno no tuviera pecado. Como dice en 2 Corintios 5:17, una persona llega a ser una nueva creación en Cristo por que las cosas viejas ya pasaron y son hechas nuevas. El creyente recibe una nueva naturaleza y es “nacido de nuevo,” algo que no se obtiene por las buenas obras. Sin embargo, Efesios 2:10 dice que el creyente es “hechura de Dios,” creado por Cristo para hacer buenas obras, las cuales Dios preparó desde la misma fundación del mundo. Y Santiago 2:14-26 dice que la fe sin obras está muerta. Estas buenas obras son parte de lo que llamamos la santificación. Como dice Filipenses 2:12, el Cristiano debe “hacer efectiva” su salvación (no efectuar) su salvación con temor y temblor. Las buenas obras son el fruto de la salvación verdadera; aunque no son lo que causa la justificación en una persona, ciertamente toman un papel principal en la santificación y demuestran que el nuevo nacimiento sea genuino.
Traducción al español
Bethany Ríos Martínez
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